domingo, 3 de marzo de 2013

La maldición de los gatos

La historia que pasamos a contar a continuación, no formaría parte, en realidad, de los hechos forteanos y condenados, sino más bien a los de la magia y el psiquismos; no obstante, las características del suceso ofrecen elementos curiosos que podrían materializarlos en ésta sección.

Violet Mary Firth, más conocida como Dion Fortune, fue una mujer dedicada por entero a los fenómenos ocultistas y la magia. Se dice que tenía unas facultades psíquicas bastante desarrolladas y que poseía dotes como médium. No obstante esto, en 1920, sus capacidades psíquicas se vieron seriamente amenazadas por una competidora más cualificada que ella.

En esa fecha, 1920, Dion Fortune conoció a la viuda de MacGregor Mathers, que en aquel tiempo dirigía la ya veterana orden de la Golden Dawn. Dion, se hizo muy amiga de ella y la señora Mathers acepto incluso su propuesta de convertir una sección de la cerrada organización, en una puerta abierta al gran público. Dion Fortune comenzó a escribir muchos artículos y libros sobre el tema y por alguna razón, la señora Mathers empezó a sentirse traicionada por la nueva adepta y le ordenó que dejara de dar publicidad a los secretos de la orden; sin embargo Dion Fortune no hizo caso de los deseos de la mujer, y recibió a cambio, un maleficio de magia negra.

Una mañana, nuestra protagonista descubrió que en su casa se habían instalado una docena de gatos negros. Mirase a donde mirase, unos terribles y amenazadores ojos gatunos, observaban sus movimientos sin que la mujer pudiera hacer nada por espantarlos. Día tras días, los gatos se paseaban por su casa, ante los ojos perplejos e impotentes de la médium.

Los gatos aumentaron en número y ya se les podía ver incluso en la calle maullando en dirección a la casa. Pero una mañana, la mujer se encontró con un suceso todavía más extraño. En la escalera de su casa vio bajar lenta y pesadamente a un enorme gato cerval, dos veces más grande que un tigre. El miedo la tenía paralizada pero aún así, dirigió su mirada hacia aquellos gigantescos ojos, y el animal desapareció. Para Fortune ya no existía duda; la señora Mathers le había enviado una maldición.

Los sucesos terminaron cuando nuestra protagonista se hizo acompañar de sus seguidores, y entre todos realizaron un ritual para desembarazarse de aquel ataque psíquico. Tras ello, los gatos se esfumaron para siempre.

Sin embargo, se dice que Dion Fortune nunca consiguió recuperarse absolutamente de este primer embate psíquico y que arrastró sus consecuencias el resto de su vida. Su salud quedó minada y comenzó a engordar considerablemente. Murió, años más tarde, a consecuencia de una leucemia aguda.

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