Una amable lectora nos envió este mail. Como es bastante largo, no nos detendremos a comentarlo.
Esta es su historia:
¡HOLA! Ante todo deciros que una casualidad más me ha llevado hasta vosotros. Me he metido en vuestra página buscando información sobre Nostradamus y al final he terminado leyendo "Historias reales del Más Allá". La casualidad es por que hace una hora, más o menos, hablaba con dos amigos del MSN y casualmente les conté lo que a vosotros os voy a contar ahora, (experiencia que nunca antes de esta noche había contado); y si eso no fuera poco, también he de deciros que hoy es el primer aniversario de la muerte de la abuela de mi marido, a la cual quería como si fuera de mi sangre ya que no he tenido abuela... Y ella era, como yo, muy creyente. Seguro que donde quiera que este le gustará que cuente esta pequeña historia.
Antes de contarla, me presento: Me llamo Katherina y tengo 25 años. Me casé con 16 años, embarazada, y os aseguro que no sé si ha sido suerte (yo creo que no) pero me han pasado tantas cosas buenas que quizá mi fe hacia Dios ha tenido bastante que ver en mi vida. Bueno no quiero alargar esto más y empezaré por decir que mi hija pequeña nació el 18 de septiembre del año 2000. Ese día era el final de las fiestas del pueblo donde vivo, por tanto era la romería de la patrona de aquí, la Virgen de la Consolación. Aquella noche mi parto se complico y pidieron por mí, a la virgen. De hecho, por ser la fecha que era, yo le ofrecí a mi hija para que la cuidara siempre, y por cosas de la vida, mi hija esa noche al final nació, salvando una serie de obstáculos que nunca creí. Como por ejemplo, que no fue ni una cesárea, ni una ventosa, ni un fórceps, como los médicos decían, y que al final su padre pudo ver cómo nacía, cuando decían: “es imposible”. Al final nada es imposible! y contar mas detalles del parto que fueron increíbles haría este mail muy largo. Bueno el caso es que esto simplemente puede que para algunas personas no tenga valor, pero el caso es que... Este año, un mes antes de que mi hija cumpliera un añito, se trago una moneda de un duro, de estos de ahora (de los pequeños) y la llevé al hospital. Allí me dijeron que no me preocupara, que tenia buena trayectoria y que en una semana como máximo lo echaría por las heces.
El caso es que al cabo de 2 semanas no lo había expulsado y la llevé de nuevo, y me comentaron que era raro porque ella hace de 2 a 4 eyecciones al día y en 15 días son más o menos una media de 45 veces; el caso es que me dijeron que si a la semana siguiente no lo expulsaba quizás tendrían que operarla para sacárselo; y como comprenderéis a un bebe de casi un año abrirle el intestino por un duro no es lo más aconsejable. Así es que le di mucha fibra, laxantes y hasta un enema, pero nada. Desesperada me esperé hasta el día de su cumpleaños y como se la tenia ofrecida a la virgen, la vestí con el traje típico de aquí, y la lleve a la romería, y con toda mi fe le pedí que me ayudara. Así es que esa misma noche, al termino de la procesión, nos fuimos a cenar tranquilamente y cual fue mi sorpresa al descubrir que estando allí mismo, sin pasar siquiera una hora, mi pequeña por fin había expulsado el bendito duro. No sé si, como dicen, la fe mueve montañas, pero si es así ¡bendita fe! Además creo que la misma fe tenia antes que ahora. Así es que no entiendo el por qué la casualidad, que después de un mes fuera precisamente esa noche. Será que las casualidades también escogen el día para darse. En fin sea lo que sea, doy gracias a Dios todos los días de mi vida por q nunca se olvida de mí y eso yo lo sé, lo siento. Y a estas vírgenes que están en el mundo por algún motivo, y no sólo para que algunos les atribuyan falsos cometidos, como que la iglesia pida fortunas para los mantos que ellas nunca piden. Espero que mi relato no se haya hecho muy largo y muy pesado. Me alegro de haber contado a alguien más esta pequeña historia que para mí si tiene una gran importancia por que le ha evitado ya en dos ocasiones un mal trago, a mi niña sobre todo.
Gracias por escucharme y espero algún día poder contar otras pequeñas historias que he tenido la oportunidad de conocer.
Un saludo. Katherina Grana Fernández.
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