El demonio te hace una visita

Una lectora nos ha remitido su historia:

Hola amigos:

He revisado las historias del resto de personas, y parecen fantásticas, pero creo que son verdaderas, pues a mí me pasó algo realmente espeluznante. Se lo relato:

Mi nombre es Soraya, y soy de Quito-Ecuador. Actualmente tengo 35 años. En las fechas de mi historia, yo tenía unos 27 años y era aún soltera. Habíamos llegado a vivir conjuntamente con mi madre, mi abuelita y mi tío a un elegante edificio en Quito.

Nos cambiamos de nuestro apartamento en otro barrio en el que habíamos vivido durante muchos años. En ese tiempo yo tenía un novio, el mismo que siempre se quedaba hasta las 09:30 o 10:00 de la noche como máximo, ya que su casa era en un barrio muy distante del mío y aquella noche en especial se fue temprano.

Apagué la luz de mi dormitorio e intenté dormir. Pero no podía. Sentía una presencia en mío habitación, no sé si fantasmal o demoníaca, y esta hacía ruidos cerca del closet. Pensé entonces: "lo voy a ignorar", he hizo más ruido. Tomé otra táctica.

En voz baja (de manera que mi tío que se encontraba en la habitación contigua no lo oyera, ya que el muro de la ventana era uno sólo, y cualquier ruido de mi cuarto o de su cuarto se escuchaba con toda claridad), dije “voy a ignorarlo”. Pero parece que este espíritu se molestó; y mientras yo susurraba “NO ESTA, NO ESTA, NO EXISTE”, me gritó:

-¿Cómo? ¿Niegas que estoy aquí?

Con una voz enfurecida, me dijo después:

-Para que veas que estoy aquí, te hablo.

Fue algo terrible. En ese momento yo recordé unas enseñanzas de la iglesia cristiana, a la que asistía en ese tiempo, y tomé fuerzas. Abrí la ventana y le dije que en el nombre de Cristo se fuera de allí. Lo eché y se fue. Al día siguiente mi tío me llamó la atención y me dijo:

-¿cómo es posible, sobrina, que tu novio se quede hasta altas horas de la noche y además te pongas a discutir.

Él había oído la voz del hombre que me gritaba. Yo le dije:

-Tío, no era René, era un demonio.

Se quedó pasmado y no volvió a comentar ese suceso nunca más.

Saludos

Soraya Bejarano