lunes, 4 de febrero de 2013

Los vampiros aterrorizan a la población de Serbia Occidental

El pánico se apoderó de Serbia Occidental. La población deja las verdulerías sin ajo


El problema es que un molino abandonado junto a un arroyo en el pequeño pueblo de Zarožje, no lejos de la localidad de Bajina Bašta, se desplomó inesperadamente. El molino perteneció en su tiempo al vampiro llamado Sava Savanovic, bien conocido en esos lugares, cuyas víctimas eran precisamente aquellos que querían moler su grano. Se consideraba que Savanovic seguía habitando allí, pero, ahora, cuando se destruyó su refugio, por la comarca cundieron rumores de que el vampiro de nuevo salió de caza.

El alcalde local Miodrag Vuetic reconoció que la gente está asustada, todos conoce la leyenda de este vampiro. La idea de que ahora se ha quedado sin cobijo y busca un nuevo refugio y nuevas víctimas tiene aterrada a la gente. Todos tenemos miedo”. Es fácil reírse si no se vive aquí, pero ninguno de los vecinos de la zona duda de la existencia de los vampiros. El alcalde confirmó asimismo que el consejo local aconsejó a todos colgar ajo en las puertas, cuyo olor es insoportable para los vampiros y cuidar de que en cada habitación haya un crucifijo.

Puede decirse que la existencia de vampiros en Serbia Occidental es un hecho confirmado documentalmente. Gracias al pedantismo de los funcionarios austro-húngaros, las fechorías de los vampiros fueron documentadas. La etnógrafa e historiadora Vesná Marianovic, dice:

—El vampiro de Zarožje es Sava Savanovic. En el pueblo de Kisilevo, en el noreste del país, a principios del siglo dieciocho vivía otro vampiro llamado Petar Blagoevic. Y precisamente entonces en las actas de las autoridades austriacas, que realizaron varias investigaciones de misteriosas muertes, por vez primera se menciona el término “vampiro”. Las actas fueron publicadas y, de tal manera, a través de las fuentes austriacas, esa palabra pasó de la lengua serbia a Occidente.

A propósito, las primeras menciones sobre los vampiros no se remontan a Transilvania, como suele considerarse, sino en los actuales territorios de la Serbia y Croacia. En particular, en el decreto emitido por el zar de Serbia, Esteban Dushan, datado en 1342, aparecen menciones sobre vampiros. De acuerdo con este documento se prohibía a los sacerdotes participar en el desenterramiento e incineración de cadáveres de personas sospechosas de vampirismo. De tal modo, lo más correcto es considerar que Serbia es precisamente la patria de los vampiros. Felizmente, el folclore serbio ofrece varias maneras de protegerse de los vampiros. Tatiana Stoianovic, quien en su tiempo defendió el trabajo de Fin de Grado sobre este tema, dice:

—El espino albar y el endrino son muy buenos para protegerse de los vampiros. También pueden ayudar las fórmulas mágicas más comunes: las malas palabras y el trato grosero. Por ejemplo, dicen que cuando uno se enfrenta a un vampiro (esto lo saben muy bien los molineros, porque los vampiros de Serbia viven comúnmente en los molinos) hay que injuriar su rodilla izquierda, o mandarlo a la montaña o al agua, deseándose encontrar por el camino un espino albar. Es más, los objetos bendecidos o el agua bendita pueden ser una buena ayuda contra los vampiros. Pero, en definitiva, nada puede librarlo del vampiro, mientras usted no lo aniquile. ¿De qué manera? Los hijos de los vampiros le ayudarán a luchar contra ellos. La gente cree que el vampiro puede regresar a casa y vivir con su mujer, ayudarle en las tareas domésticas, mientras que su esposa puede quedar embarazada. Las personas nacidas el sábado (el sábado es considerado en Serbia el Día de los Muertos) también pueden aniquilar al vampiro. Es imprescindible encontrar el ataúd del vampiro y penetrarlo con un palo de espino albar.

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