jueves, 7 de febrero de 2013

Los ataúdes diminutos

Con el permiso de nuestro santo patrono, Carles Fort, voy a sustraer de su obra "El Libro de los Condenados" (podrán encontrar algún ejemplar en la editorial C S, Argentina), una de sus historias malditas, de las tantas que a nosotros nos ha inspirado para continuar con esta sección.

"A principios de julio de 1836 (London Times, 20 de julio de 1836), algunos muchachos buscaban madrigueras de conejo en una cadena de rocas próximas a Edimburgo, Escocia, conocida con el nombre de Silla de Arturo. En la ladera de una resquebradura, encontraron algunas hojas de pizarra. Las arrancaron, y descubrieron una pequeña caverna y diecisiete ataúdes en miniatura, de cinco a seis centímetros de largo. Dentro de estos ataúdes había unas minúsculas siluetas de madera, talladas en estilo y materia muy diferente. Lo más extravagante era que los ataúdes habían sido depositados en la caverna uno después del otro, con varios años de intervalo. Una primera hilera de ocho ataúdes estaba completamente podrida, deshaciéndose en polvo las envolturas. Para una segunda hilera, igualmente de ocho ataúdes, los efectos del tiempo eran menos visibles. La última hilera, finalmente, inacabada, estaba compuesta por un solo ataúd, de apariencia reciente. En la revista escocesa Proceeding (Proceeding of the Society of Antiquarians of Scotland, 3-12-460) puede leerse un relato detallado de este descubrimiento, ilustrado con la reproducción de tres ataúdes y de tres siluetas". (sic)

¿Qué son estos ataúdes diminutos? ¿Quién los ha construido? ¿Desde cuando se vienen oficiando esos enterramientos? Preguntas y más preguntas sin posibilidad de respuesta.

Pero ahí no termina la cosa. El propio Charles Fort, nos habla de otros objetos enanos como son los "sílex Pigmeos". Estos sílex, del tamaño de un alfiler, se encuentran esparcidos en toda la geografía mundial, encontrándose principalmente en Inglaterra, India, Francia y África del Sur (vease LOS HOMBRES PEQUEÑITOS). El profesor Wilson, uno de los honestos hombres de ciencia que los analizó, concluye: "los sílex no solamente son minúsculos, sino que su trabajo es "minucioso" (Rept.National Museum, 1892-455); y R.A. Galty, en Science Gossip (1898-36), dice: "es tan fino, que para estudiar el trabajo de talla es necesario una lupa".

Y qué decir de las "Cruces de las Hadas", repartidas en una amplia extensión de Virginia, principalmente en Bull Mountain. Estás misteriosas cruces, tan pequeñas algunas como la cabeza de un alfiler, y construidas de materiales diferentes, poseen la forma de las cruces romanas, la cruz de San Andrés o la cruz de malta.

Y de lo muy pequeño a lo muy grande. Hachas gigantescas en Escocia, en Ohio, en Winsconsin. Huellas de pasos en la arenisca, netas y precisas, en Carson, Nevada, E.E.U.U: cada pie medía de cincuenta a sesenta centímetros de largo (Amer. Jour. Sci., 3-26-139).

Viendo estas cosas, uno se pregunta si sabemos algo de la historia o vivimos en una laguna tan enorme, que jamás llegaremos a atisbar siquiera una parcela de nuestro pasado. ¿Qué son éstas cosas? ¿Gente diminuta entre nosotros? ¿Gigantes en la Tierra en un pasado remoto? Esto me recuerda lo que el padre de un amigo mío nos contó una vez. En los años cuarenta, se encontraba realizando una estudio hidráulico en las cercanías de un río de Alemania, con la intención de construir una presa. El lugar era hermoso y muy boscoso y los lugareños vivían casi como en la edad medieval. Sorprendido por la belleza del lugar, preguntó a un hombre del pueblo qué clase de animales podían encontrarse en esos bosques maravillosos. El hombre le dijo:

-Pues, conejos, zorros, trolls, ardillas.

¿Trolls? –se preguntó extrañado nuestro amigo- Señor –le replicó después-. Que los Trolls no existen. Son una leyenda.

El pueblerino le miró con más sorpresa todavía, y le dijo con la rusticidad y la candidez propio de un hombre de campo:

-Se ven poco, eso es verdad, pero por aquí se les ve de vez en cuando. ¿Cómo dice usted que son una leyenda? ¿Qué usted no ha visto nunca a los conejos, los zorros y los trolls?

Para aquel hombre, era tan natural ver a un zorro y a un conejo como a troll. ¿Es posible que criaturas tan extrañas vivan entre nosotros sin que nos demos cuenta? Los ataúdes enanos de Inglaterra, así parecen indicarlo.

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